Se dice que trabajar la
personalidad con las Flores de Bach es como “pelar la cebolla”; quitamos capa
por capa hasta llegar al centro. En general, la causa original de nuestros
pesares está profundamente escondida bajo muchas capas, las que se van removiendo
cuando las esencias entran en acción.
Como este proceso es gradual,
nos permite encarar facetas que nos resultan desconocidas, por
estar tan ocultas en el fondo de nuestra mente y de nuestro corazón; asimismo
aprendemos a verlas con cariño y objetividad.
Las Flores facilitan que los
estados negativos más profundos salgan por sí solos a la superficie para que
suavemente podamos hacer conciencia de ellos, reconocerlos y luego eliminarlos,
cultivando las virtudes opuestas, que también tenemos dentro, y que los dejarán
definitivamente desactivados.
O sea que, nos ayudan a
encontrar los defectos capa por capa, y a su vez potencian nuestras cualidades
e inundan todo nuestro ser con la virtud particular que en