3.4.12

El lenguaje del amor en el Aprendizaje Infantil (I)

       Cuando pensamos en Aprendizaje Infantil, nuestra mente nos suele llevar a la escuela, las tareas, los problemas por falta de concentración, y tantos otros que se relacionan con el intelecto. En general, perdemos de vista que el niño asimila y acumula experiencias en dos grandes áreas, igualmente importantes: la intelectual y la emocional; y es sobre ésta última que compartiremos algunas reflexiones.
       Así como el uso correcto del lenguaje oral y escrito favorece los procesos intelectuales regidos por el cerebro, las experiencias emotivas tales como el amor, el odio, los rencores, las angustias, que no siempre se expresan con palabras, quedan registradas en el alma y moldean el área emocional.
       Para lograr un buen desarrollo en este ámbito es necesario que los niños aprendan el “Lenguaje del Amor” a través de las caricias, los gestos afectuosos, y los actos que hablan directamente al alma.
Actúan por imitación; o sea que, a partir de las primeras caricias que reciben, luego demostrarán lo mismo.
      
        Y aún en el marco del amor, desde que el niño empieza a sentir la disciplina, a saber que existen reglas que cumplir en el hogar, a conocer los límites imprescindibles para su  evolución, nota que tiene que reprimir algunas cosas que desea hacer; y como intelectualmente no entiende los motivos de esa represión, surgen sus primeros conflictos.
       Los padres mostrándonos contentos, usamos mil palabras para hacerles ver a nuestros hijos pequeños que ciertas cosas están equivocadas; a veces, cuando no nos resulta, acto seguido pretendemos hacernos entender a través del enojo, y ahí sí -de momento- pensamos que eso funciona. 
       
       Pero, ¿qué pasa con el niño? aprende que existe una eterna contradicción entre “te amo” y “te odio”; cuando vaya creciendo hará exactamente lo mismo y manipulará las emociones sin control. 
       Aquí está uno de los orígenes de la inestabilidad emocional futura: el niño es condicionado para generar emociones negativas cada vez que observe algo que le disguste.
       Y cuál sería la mejor manera? enseñarle a no hacer aquellas cosas, sin sermones inútiles y sin perder la paciencia, ni la sonrisa. A los niños, que por lógica tienen un vocabulario muy limitado, hay que hablarles tomándolos de las manos, mirándolos a los ojos y expresándoles con el corazón lo que se les está diciendo, con palabras simples. Si los educamos mostrándoles amor, creamos en nuestros hijos una predisposición a la armonía, a lo largo de su vida.

... continúa en (Aprendizaje II)
B.R.A.

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