*por Edward Bach, del Libro "Libérate a Ti Mismo". Cap. I. Ed. 1932.
"Una pequeña niña ha decidido pintar un cuadro de una casa para regalárselo a su madre el día de su cumpleaños. En su cabecita la casa ya está pintada. Ella conoce hasta los más mínimos detalles de la casa, y ahora solo falta transportar esa idea a la tela.
Saca su caja de pinturas, el pincel y una tela y, llena de entusiasmo y felicidad, se pone a trabajar. Toda su atención e interés se concentran en su labor, nada puede desviarla de lo que está realizando en ese momento. El cuadro está puntualmente listo para el cumpleaños. La niña ha plasmado su idea de la casa tan bien como ha podido. Es una obra de arte porque es enteramente de ella, cada pincelada fue fruto del amor hacia su madre; cada ventana, cada puerta, fue pintada con la convicción de que tenían que estar exactamente ahí. Aun cuando pareciera un montón de paja, es la casa más perfecta que jamás haya sido pintada. Es un éxito, porque la pequeña artista ha puesto todo su corazón y toda su alma, su ser entero para realizar esa pintura.
Esto es salud, es el éxito, la felicidad, y el auténtico servicio al prójimo. Servir por amor en completa libertad y a nuestro modo.
Así venimos al mundo, sabiendo qué cuadro debemos pintar,
habiendo ya delineado en el mapa el camino que vamos a seguir en la vida. Y todo lo que nos queda por hacer es darle una forma material. Recorremos nuestro camino contentos y entusiastas, concentrando toda nuestra atención en perfeccionar esa pintura, poniendo en práctica lo mejor que podemos, nuestros propios pensamientos y aspiraciones en la vida física en cualquier ámbito que hayamos elegido.
habiendo ya delineado en el mapa el camino que vamos a seguir en la vida. Y todo lo que nos queda por hacer es darle una forma material. Recorremos nuestro camino contentos y entusiastas, concentrando toda nuestra atención en perfeccionar esa pintura, poniendo en práctica lo mejor que podemos, nuestros propios pensamientos y aspiraciones en la vida física en cualquier ámbito que hayamos elegido.
Si desde el principio hasta el final perseguimos nuestros ideales con todas las fuerzas que poseemos, si aspiramos a que nuestros deseos se hagan realidad, entonces no fracasaremos; por el contrario, nuestra vida se hace enormemente exitosa, feliz y saludable.
La misma historia de la niña pintora ilustrará también cómo las dificultades de la vida pueden interferir, si lo permitimos, con el éxito, la alegría y la salud, y desviarnos de nuestro propósito.
La niña está feliz y ocupada en su pintura cuando de repente pasa alguien y le dice: “¿Por qué no pintas aquí una ventana y ahí una puerta? y, por supuesto, el sendero del jardín debería estar de ese lado”. Esto tendrá como consecuencia que la pequeña pierda por completo el interés en su trabajo. Quizás siga pintando, pero ahora sólo estará plasmando sobre la tela las ideas de otra persona. Tal vez se enoje, se irrite, se ponga triste o no se anime a rechazar las sugerencias. Puede empezar a odiar el cuadro y probablemente lo haga añicos. En realidad, la reacción que tenga dependerá del tipo de personalidad del niño.
La pintura final quizás sea una casa fácilmente reconocible, pero imperfecta y malograda, por ser la interpretación de los pensamientos de otro, y no de la niña. No sirve como regalo de cumpleaños, por que tal vez no podrá ser terminada a tiempo, y la madre tendrá que esperar un año más para tener su regalo.
Esto es la enfermedad, la reacción de la interferencia. Esto es el fracaso y la infelicidad temporaria; y esto ocurre cuando permitimos que otros intervengan en nuestro propósito de vida, sembrando en nuestras mentes la duda, el miedo o la indiferencia".
*Edward Bach
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